Para saxofón tenor y hi-hat (2022)
A una temperatura suficientemente alta, toda unión de materiales es posible: el calor (eterna entropía) es una mano que mezcla las cartas de toda baraja. La conjunción de saxofón y percusión fue concebida en el crisol del jazz, originando una formación que se ha vuelto un clásico de nuestros días (tal vez el equivalente actual del dúo violín-piano) gracias a su fulgúrea carga energética.
Irídea esencia continúa la exploración de la correlación entre sonido y color que ha caracterizado mis trabajos recientes, restringiendo voluntariamente la elección de las percusiones al hi-hat (“charleston”), de forma a mostrar la variada paleta sonora asequible a través de técnicas de interpretación no convencionales. El hi-hat se ve como una cámara de resonancia cuya forma y dimensiones se pueden modificar continuamente mediante diferentes combinaciones entre pedal (cambiando la distancia entre platillos), técnicas de apagamiento (“muting”) de la mano izquierda y acciones percusivas de la mano derecha. El aire contenido dentro de esta cámara resonante se transfigura dando lugar a múltiples colores sonoros, y a través de esta coloración del aire se establece un punto de contacto fundamental entre dos instrumentos que aparentemente tienen muy poco en común, estableciendo así el fundamento que hace posible esta composición.
El título de la pieza es a la vez un referimiento a la naturaleza visual de la percepción humana, así como un juego de palabras que alude al fenómeno de la iridiscencia.